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Dmitri Efetov pasó su doctorado intentando convertir el grafeno, un material excepcional por su estructura bidimensional, en un superconductor. Tras años de pruebas fallidas, tuvo que darse por vencido y abandonó el objetivo.
Sin embargo, en 2018, quien fuera su director de tesis, Pablo Jarillo, en el MIT, tuvo éxito al fin: cuando ensambló dos capas de grafeno desplazadas en un ángulo preciso de 1,1 grados, el material se volvió superconductor. Maravillado, Efetov decidió comprobarlo por sí mismo, pero la prueba no quedó ahí. La pericia de Xiaobo Lu dio lugar a un grafeno de ángulo mágico con una calidad mucho mayor, que sorprendió a los físicos con un abanico de nuevas propiedades que ningún otro material exhibe a la vez.
El dispositivo funciona como superconductor a temperaturas más altas de lo habitual, lo que constituye un paso adelante para alcanzar el sueño de crear superconductores que se puedan aplicar a la red eléctrica, y presenta propiedades cuánticas totalmente inesperadas. El avance ha abierto un nuevo territorio en física, aún muy poco comprendido, y tiene el potencial para múltiples aplicaciones en electrónica, computación y sensores.
Noticia tomada de: La Vanguardia
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